sábado, 28 de mayo de 2011

EL REJONEO ABRE LA PUERTA GRANDE EN MADRID

 
Emocionante, variada y apasionada fue la corrida de rejones que se vio en una Plaza de Las Ventas casi llena. El decimoctavo festejo de la Feria de San Isidro de Madrid presentaba a tres rejoneadores: los españoles Sergio Galán, Leonardo Hernandez y el portugués Moura Caetano, con toros de la ganadería de Luis Terrón, de procedencia Murube - Urquijo.

Los toros estuvieron muy malos, salvo el sexto, que mostró clase y bravura un vez que sintió el castigo. Su mansedumbre fue tan evidente que buscaban huir de la pelea, correteaban hasta que se cansaban y se paraban desentendiéndose del caballo y jinete. En ese escenario, los tres rejoneadores debieron extremar el juego para lidiar a los toros y arriesgaron hasta sacrificar a sus caballos, dos de ellos fueron cogidos en las ancas, y uno de ellos termino seriamente lastimado. Los corceles, todos ellos, estuvieron bellos y fenomenales, atrevidos y toreros.

El madrileño Sergio Galán abrió plaza cuajando una lidia de mucho mérito. Se la jugo todo el tiempo buscando la embestida en los terrenos del toro. Las banderillas se colaron en todo lo alto y el toreo era armónico y constante. Mato con una estofaba bien puesta y el publico pidió insistentemente con sus ovaciones y pañuelos la oreja; sin embargo, el error inicial de iniciar citando al quiebro, que le costo una herida a su primer corcel, impidió que el Presidente atendiera el pedido. Hasta en Madrid las autoridades se dejan ver y hacen caso omiso del clamor del respetable. Ovaciones

En su segundo no pudo hacer nada, fue un borrego que huyo sin dar pelea, una estocada efectiva y en lo alto acabo con uno de los peores toros que ha visto esta Feria. Ovaciones por la lidia y la honestidad torera. Sin entender el criterio del Presidente, concedió una vuelta al ruedo que parecía que quería corregir algo de su tacañería en en el primero de la tarde.

El de Portalegre, Portugal, Joao Moura Caetano, es hijo del rejoneador Paulo Caetano y familiar de parte de madre del otro rejoneador Joao Moura, conocido por la afición quiteña.  Recogió bien al toro, lo hizo recorrer de manera circular incitando la enbestida, que era muy corta e intermitente. Al igual que ha Sergio Galán, el esfuerzo le paso factura en dos embestidas que lastimaron con heridas pequeñas a uno de sus caballos. Mato bien y recibió ovaciones sonadas en su primero. El quinto de la tarde, ya lo hemos dicho, fue un toro impresentable para una plaza de primer nivel. Manso mansisimo, y por ello muy peligroso. Moura Caetano buscaba por todos los medios incitar la envestida, decidió hacerlo repetidamente de frente y cuando mas parado estaba el bureo, este decidió arrancar súbitamente y propino una horrenda comida al caballo, recostandolo sobre las tablas hasta que los peones de brega lograron sacarlo de encima. Moura entro al patio de cuadrillas y salió llorando y lleno de rabia por lo sucedido. Su ilusión de triunfo en Madrid había quedado relegada y su caballo seriamente herido. Perdió la concentración y necesito de tres estoques para despachar a su enemigo. Ovación.

El lote que correspondió en suerte a Leonardo Hernandez, oriundo de Badajoz, fue sin duda el mejor. Gran trapío de ambos toros y mucha calidad, sumada a la clase y voluntad del rejoneador, dio como resultado una obra teatral de gran plasticidad y estéticamente bella. Cito de frente, lo toreo recortando las distancias y alargando el recorrido de su toro. También el hizo que los caballos sintieran el rigor de los pitones y dos de ellos salieran ligeramente lastimados. Mato de una estocada en lo alto y fue premiado con una oreja que la exhibió en medio de los aplausos del publico presente. En el segundo de su lote, salió decidido a romper el ambiente, y lo logro. Gran faena de lidia que saco un toro manso y quedado al inicio para develar un bureo de enorme calidad y recorrido. Esta vez, su lidia fue limpia, pese a que se atrevió a entrar hasta las narices del toro. Cada tercio fue alcanzando cada vez mas los niveles de frescura que la gente quería ver y disfrutar. Primero las banderillas largas, luego las cortas y el rosetón colocados al violín o de forma cambiada, luego las banderillas a dos manos fueron tan bien colocadas que el lomo del bureo se convirtió en un ramillete de color. El bicho de 530 kilos de peso, acompañaba siempre al caballo permitiendo el juego que justamente se busca en el rejoneo. Un estocadon y la locura afloró para exigir las dos orejas, mismas que fueron concedidas por la autoridad, y con ello abrir la Puerta Grande de Las Ventas, hecho que no ocurría desde hace mucho tiempo con corridas de rejones. Bien por Hernandez y todos quienes presenciamos una gran tarde de toros. Que viva el arte. olé!!!

Hasta la próxima.

El Morenito de la Reina
Toros Ecuador