sábado, 12 de febrero de 2011

Ecuador defiende su tradición Taurina con inolvidable festival


Han pasado pocos días desde la inolvidable “Corrida por la Libertad” que 16.000 aficionados al arte del toreo, provenientes de todos los rincones del país y fuera de él, presenciamos en la Plaza Monumental de Iñaquito. Lo que ocurrió en Quito el 9 de febrero fue sincera y simplemente histórico.

Histórico porque la plaza fue un hervidero. La pasión, la frustración, la indignación, pero también la esperanza y la alegría y la libertad se mezclaron en las miles de almas presentes que gritaban al unísono “Libertad libertad libertad”, o “con Correa o sin Correa, en  Quito se torea”.

Histórico también por el encuentro de tradiciones centenarias que se amalgamaron en un momento de gloria para los presentes. Galleros de todo el país, chagras y toros de pueblo de la sierra, calentaron el ambiente de un público entregado a sus creencias, valores y cultura ciento por ciento ecuatorianas. Hasta que llegó el momento más esperado por todos. El paseíllo del español El Fandi, del francés  Sebastián Castella y del ecuatoriano Martín Campuzano develaba que el ritual del toreo es cosmopolita, pero también que los toreros habrían de exponer su vida, y de manera gratuita,  frente a los cinco novillos toros de diferente calidad y trapío. Los tres toreros apoyaron con su presencia la causa de Quito y del Ecuador, de defender su libertad, su credo, su cultura, su tradición. La entrega y generosidad que demostraron  en la arena fue inolvidable, por la clase, valentía y ansías de gloria de los tres espadas. El público aficionado lo agradeció y reconoció con interminables aplausos y gritos de “toreros toreros”.  El frío de la noche quiteña desapareció en Iñaquito, la plaza tocó el éxtasis y la apoteosis. Estaba clarísimo: Quito ha sido, es y será taurino.

Los antitaurinos dirán que 16.000 personas es poco para una ciudad de casi dos millones. Queridos amigos, para la feria de Quito pagan su boleto cerca de 100.000 personas cada año, así como sus corridas son transmitidas en directo a España y otros países. Pero sobre todo queridos amigos, más de 250.000 personas viven de los toros en el país, y digo en el país porque hay toros en todo el largo y ancho del Ecuador. Solo quien es ignorante de este mágico mundo del toro se atreve a sentenciar tan insulsamente sobre un ritual que supera con creces su capacidad y limitado conocimiento de una tradición nuestra, que es parte de la multifacética cultura ecuatoriana.

Y si esto es poco, tengo que insistir en que la <span>democracia no puede ser convertida en la dictadura de las mayorías.Sabían los antitaurinos que la Feria de Quito es la más importante de América, la más esperada por los aficionados en España, Portugal y Francia, cuando sus temporadas culminan? Eso dice mucho de la calidad de los toreros que actúan en nuestra plaza, que quieren estar presentes en Quito, al igual que en Madrid, Sevilla, Valencia, Ronda, Nimes, Estoril; de los carteles bien escogidos por los organizadores; de los trabajadores de hacienda y de las plazas mismas; de la calidad del ganado bravo ecuatoriano que cada año mejora gracias al enorme sacrificio y cariño de los ganaderos comprometidos con el toro, esencia misma del ritual taurino.

La noche del 9 de febrero se abrió la Puerta Grande para El Fandi, Castella y Campuzano. Los tres toreros salieron en hombros de la afición quiteña y ecuatoriana. Pero esa puerta grande fue mucho más que un premio a la valentía y arte torero de los tres maestros, fue el símbolo ardiente de una afición que no está dispuesta a dejar que le usurpen el pensar y creer libremente. Porque nacimos en nuestro maravilloso Ecuador, libres y alegres, capaces de enfrentar todos los retos que se nos planten. Fue la Puerta Grande del pueblo ecuatoriano que hizo retumbar su voz, al punto que San Pedro y el Todopoderoso abrieron el cielo para secar la lluvia y mirar desde lo alto el magnífico espectáculo que se ofrecía en la “Carita de Dios”. Quito se llenó de orgullo, Quito se llenó de valor, Quito se llenó de arte. Quito se llenó del toreo. Quito era libre.
Syned, El Morenito de la Reina